lunes, octubre 24, 2005

Matisse

Después de llenar toda Valencia la nuit de curriculums (carmen, zona woody, discotecas, canovas...) sin ningún grato resultado, ya he conseguido trabajo dentro del ocio nocturno. Seré franco. He entrado con directo enchufe, ya que el jefe del local es amigo mío. Estoy trabajando en Matisse. Seguramente muchos no lo conozcáis, pero es un pub bastante sonado entre el sector de los treintañeros. Por otro lado hace muchos conciertos y bastante buenos. Por matisse han pasado grupos como Amaral, Jarabe de Palo, Deluxe, La habitación roja, así como grupos extranjeros. Este fin de semana vino un cantante indie americano y dos cantantes de folk americano de mucho prestigio.
Bueno a lo que vamos. Por ahora he conseguido un puesto de office de sala, también se le conoce como "el recogevasos" o "staff". Sí sí, ese pringado que va [como puede] con una caja de plástico entre la gente recogiendo los vasos, botellas y demás. No os podéis imaginar lo que pesa la cajita llena de vídrio. A parte de esa función, mi cometido también consiste limpiar los vasos en el lavavasos, reponer vasos limpios y reponer hielo. Realmente parece que son cuatro cosas pero el trabajo se acumula hasta tal nivel y hay tanta demanda que desde la 1.30 hasta las 3.45 no paras. Y lo digo literalmente, NO PARAS. Y si lo haces: mal porque vas a ir más de culo aún.
EL tema está en que el viernes empecé a trabajar. Más o menos me apañé bien. Pero la cajita de los... ya empezaba a pesarme al final de la noche y la espalda se me resentía. Y me dice una camarera: "duerme para mañana". Llegó el sábado y yo flipé. Esa noche la espalda sólo me dolió durante una hora. A partir de las dos yo ya no notaba el dolor [del dolor que tenía]. No sé si mi celebro canceló durante lo que quedaba de noche mis nervios o que pasó. Me acosté a las 5.20 y a las 10.20 estaba en pie para jugar un partido. Fues en ese momento en el que mi espalda dijo dónde vas. Tras el partido y sobretodo después de comer, cuando te viene el bajón estaba hecho una birria.
En el fondo aunque sea tan sacrificado me gusta. Estoy super agusto con los compañeros y compañeras y no me pagan del todo mal. Además el local está muy bien y muchos findes hay conciertos. Y como en el concierto, yo realmente no tengo que hacer nada los veo gratis y conozco al grupo. Mola.
Ahh! Por supuesto estáis todos invitados a venir a Matisse. Está en la calle Campoamor (zona del cedro).

viernes, octubre 14, 2005

ACTO III
ESCENA IV

Hamlet y Ofelia.

(Hamlet dirá este monólogo creyéndose solo. Ofelia,

a un extremo de la escena, lee.)

Hamlet. Ser o no ser: he aquí el problema. Cuál es más digna acción del ánimo, ¿sufrir los tiros prenetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dromir. No más. Y con un sueño las aflicciones se acaban y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. He aquí el gran obstáculo; porque el considerar qué sueños pueden desarrollarse en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, se siente un motivo harto poderoso para detenerse. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga, haciéndonos amar la vida. ¿Quién, si yo no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe el pacífico, el mérito con que se ven agraciados los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios, cuando todo el que esto sufre pudiera evitárselo y procurarse la quietud con un sólo puñal? ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta, si no fuese porque el temor de que existe alguna cosa más allá de la muerte (país desconocido, de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan, antes de ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes; así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia. Las empresas de mayor importancia, por esta sola consideración, mudan camino, no se ejecutan, y se reducen a designios vanos. Pero... ¿qué veo? ¡La hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.

Ofelia. ¿Cómo os encontráis, señor, después de tantos días que no os veo?

Hamlet. Muy bien; muchas gracias.

Ofelia. Conservo en mi poder algunos recuerdos vuestros que deseo restituirlos mucho tiempo, y os pido que los toméis.

Hamlet. No, yo nunca te di nada.

Ofelia. Bien sabéis, señor, que os digo verdad... y con ellos me disteis palabras de tan suave aliento compuestas que aumentaron con extremo su valor. Pero ya disipado aquel prefume, recibidlos, que un alma generosa considera como viles los más opulentos dones, si llega a entibiarse el afecto de quién los dio. Vedlos aquí.

(Presentándole algunas joyas. Hamlet rehúsa tomarlas.)

Hamlet. ¡Oh! ¡Oh! ¿Eres honesta?

Ofelia. Señor...

Hamlet. ¿Eres hermosa?

Ofelia. ¿Qué pretendéis decir con eso?

Hamlet. Que si eres honesta y hermosa, no debes consentir que tu honestidad trate con tu belleza.

Ofelia. ¿Puede acaso tener la hermosura mejor compañera que la honestidad?

Hamlet. Sin duda alguna. Más fácil es a la hermosura convertir a la honestidad en una alcahueta, que a la honestidad dar a la hermosura su semejanza. En otro tiempo se tenía a esto por una paradija; pero en la edad presente es cosa probada. Yo te quería antes, Ofelia.

Ofelia. Así me lo dabias a entender.

Hamlet. Y tú no deberías haberme creído, porque aunque la virtud llegue a injertarse en este duro tronco, nunca desaparece el sabor original... Yo no te he querido nunca.

Ofelia. Muy grande fue mi engaño.

Hamlet. Vete a un convento: ¿para qué te has de exponer a ser madre de hijos pecadores? Yo soy medianamente bueno; pero al considerar algunas cosas de las que puedo asustarme, sería mejor que mi madre no me hubiese parido. Yo soy soberbio, vangativo, ambicioso, con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para explicarlos, fantasía para darles forma y tiempo para llevarlos a ejecución. ¿A qué fin los miserables como yo han de existir, arrastrándose entre el cielo y la tierra? Todos somos insignes malvados. No creo en ninguno de nosotros; vete, vete a un convento... ¿En dénde está tu padre?

Ofelia. Esta en casa, señor.

Hamlet. Pues que cierren bien todas las puertas, para que si quiere hacer tonterías las haga dentro de su casa. Adiós.

(Se aleja y luego vuelve.)

Ofelia. ¡Oh, mi buen Dios, favorecedle!

Hamlet. Si te casas, quiero darte esta maldición en dote. Aunque seas un hielo en la castidad, aunque seas tan pura como la nieve, no podrás librarte de la calumnia. Créeme, vete a un convento. Adiós. Pero... escucha: si tienes necesidad de casarte, cásate con un tonto: porque los hombres avisados saben muy bien que vosotras las convertís en fieras... Al convento, y pronto. Adiós.

Ofelia. ¡El cielo con su poder le ilumine!

Hamlet. He oído hablar mucho de vuestro afeites y embelecos. La naturaleza os dio una cara, y vosotras os fabricáis otra distinta. Con esos contoneos, ese pasito corto, ese habla aniñado, os fingís inocentes y convertís en gracia vuestros defectos mismos. Pero no hablamos más de esa materia, que me ha hecho perder la razón. Digo sólo que de hoy en adelante no habrá más casamiento: los que ya están casados (exceptuando uno) permanecerán así; los otros se quedarán solteros... Vete al convento, vete.

sábado, octubre 08, 2005

21 gramos

¿Cuánto pesa la culpa? ¿Cuánto pesa el amor? ¿Cuánto pesa la venganza?

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¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte, todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuándo perdemos 21 gramos? ¿Cuánto se va con ellos? ¿Cuánto se gana, cuánto se gana? 21 gramos, el peso de cinco monedas de cinco centavos, el peso de un colibrí, el de una chocolatina. ¿Cuánto pesan 21 gramos?

martes, octubre 04, 2005

Menudo Fin de Semana

JUEVES

Para que nos vamos a engañar, el fin de semana universitario empieza el jueves. Aunque tengas clase al día siguiente, si has probado salir un jueves se te queda esa mosca detrás de la oreja cada jueves. Por lo tanto, primera semana de clase, primer jueves de fiesta. Pero previo a la quedada, hay que entrenar. Diré que mi fin de semana tempestuoso empezó en el entrenamiento. No sé que pasó ese día pero mis propios compañeros de equipo estaban un poco alterados. Yo juego de base este año y, sí lo reconozco mi estilo de juego es un tanto barresuelos. Voy continuamente por el suelo y tengo muchas caídas. Pero es jueves fue más allá. Me cai alrededor de unas 10 veces y me pequé dos resbalones espactaculares, aquellos de caer con la chepa porque los pies están muy por encima de tu cabeza o darme un morrazo de los que te levantas muy aturdido. Por suerte, ninguna lesión sólo un poco endolorido.
Me ducho y me voy de fiesta. Llego a la cena (yo había cenado previamente, salgo muy tarde de entrenar) y nos ponen unos xupitos de orujo. Somos estudiantes, no gallegos!!. En la cena tengo que aguantar a un xaval de periodismo que no lo trago por nada del mundo, es más, casi me mete en un follón. Tras la cena queda el botellón, donde indecisos por ver quién compra los hielos llega la policía y nos ve con todas las bolsas. Todos aquellos que llevan bolsa (menos yo, único golpe de suerte) son sancionados con una multa. Yo me voy sigilosamente para dejar mi bolsa en el coche. Creyendo que es vodka advierto que es malibú y piña (no puedo con él, es superempalagoso). Voy hasta donde está la poli y mis amigos. Y le digo al policía "devuelveme la botella de vodka que está precintada, no tienes ningún derecho a quitársela a mi amigo", a lo que el policía me contesta... "quién te crees tú, a mí hablame de USTED, soy la autoridad y tú no me das ninguna orden". Yo insisto y el policía se me encara y casi me pega.
Ya sin botellón huimos de la escena del crimen. Cogo el coche y vamos a zona woody a tomar algo en algún pub antes de entrar en salamandra (teniamos las entradas y estabamos sin bebida, que íbamos a hacer). Zona woody petadísima de coches, yo aparco en doble fila detras de un contenedor de obras. Nos vamos a beber y a la vuelta, ma habían puesto una receta de recuerdo. Multita por aparcar detrás de un contenedor de obras y sin obstruir la salida de ningún coche, toma! De muy mala hostía nos vamos para salamandra y nos bebemos el malibú, casi me muero. Para amenizar la noche una amiga de mi clase me dice que está embarazada, la broma me la como con patatas (ya nada podía extrañarme).
Entramos en salamandra. El demonio está a menos temperatura en el infierno. Qué calor! Qué lleno! Todos sudando! Aquello parecía la fiesta de las camisetas mojadas. Qué agobio! A la salida la chica embarazada se viene conmigo en el coche y la llevo a casa. Me confiesa que es una broma.
VIERNES
No voy a clase, por supuesto. Me levanto tarde. Me llaman unas amigas para planear la salida nocturna. Cena y carmen. A la noche, pillo el coche otra vez. Nada más arrancarlo se funden las luces delanteras, sólo me funcionan las largas. "espero no ver a la poli". Tras el caos de aparcar en el carmen, vamos a cenar. Esperamos una hora para sentarnos y otra para que nos sirvan. Con cara de canívales conseguimos cenar. Yo propongo de ir a Radio City, vamos. Pero no les gusta, vamos a la marxa, tampoco les gusta, a casavella, tampoco. Ni siquiera propongo la flama. Vamos a por el coche para irnos. Pero en la calle donde está el coche la policía está registrando al completo un coche, y yo sin luces. Cuestión que subimos al coche y raudo y veloz arranco y nos vamos. Del carmen a zona woody (a ver si por allí les gusta algún sitio) paso por delante de 3 controles de policía. Yo acojonado y sin luces. Aparco BIEN, en el parking de mestalla y vamos para los pubs. Tras entrar en 4 encontramos uno que les gusta. Yo, desesperado. Entramos en Phenomenon, vamos una birria de pub. Salimos al cierre, yo con enormes ganas de irme a mi casa y se propone Gandhara. Acepto, es un sitio que me gusta bastante. Al llegar cerrado. Ya no puedo más. Me piro a casa. Las dejo en su casa tras varios incidentes movilisticos, casi nos enviste un coche y otro se salta un semáforo. Noche de taxista y borrego.
SÁBADO
Me levanto con un dolor muy extrano el el pecho y en la boca del estómago. Llevo unos días regular, no le doy importancia. A la tarde mis amigos me llaman para salir. Yo me niego. Ni de coña, no quiero ni conducir, ni beber, ni entrar en ningún lado. Ellos van a la inaguración de Le Suit (entrada gratis, lo que equivale a llenísimo). La mejor noche de todas para mí, sin duda. Me voy con mi padre al cine a ver el Mercader de Venecia (está bien, Al Pacino está espectacular, el mejor sin dudas, la peli cobra vida e interés en los planos que está presente). A la salida mi padre me dice de tomar una cervecita. Yo forzosamente le digo que bien, quiero huir de cualquier cosa que se asemeje a un bar. Entramos en diferentes pubs de aragón. El ambiente es agobiante, todo lleno, es sábado. Se me ocurre la brillante idea de volver a Torrent e ir a La Rata. Un pub donde poder jugar al billar y no muy agobiante, en Torrent todo está muerto. Me lo paso genial. Y le pego el primer repaso en mi vida a mi padre al billar. Reconozco que últimamente me estaba entrenando y él estaba de parón. A las 3 en la cama y más contento que nadie.
DOMINGO
Me vuelvo a levantar con la molestía, más acentuada. No lo entiendo, sólo había tomado una cerveza, nada de alcoholes fuertes, la noche había sido tranquila. Me preparo la maleta. Ya se han acabado los días con mi padre y hago cambio de hogar (que fuerte la frase no?). Subo pronto a casa de mi madre. Tengo que ir a jugar a las tres de la tarde. Le comento el malestar a mi madre y me dice que puede ser ansiedad. Por favor, costipado, endolorido y con ansiedad. El corazón me duele (físicamente) y molesta bastante. Se nos hace tarde, el malestar no me deja casi ni comer y me voy al partido.
El partido fue un caso. Jugamos contra un equipo muy normalito, pero es el primer partido de liga. Y esta año hay muchos pollos que son incapaces de manter la bola 3 segundos en sus manos. Son muy impacientes, necesitan tirar o entrar a canasta. Vamos que nos dan una paliza de 20. En mi vida me había sentido tan frustrado. Jugamos fatal, yo estaba reventado de tanto correr y defender, el arbitro pitó auténticas locuras (como una técnica al público). Vuelvo a casa de muy mala hostía. Y me siento en el sofá a no hacer nada. Llega mi madre y empieza a preguntar. Es uno de esos momento donde no quieres saber nada de nadie y que te dejen sólo. Pues no, ahí está mi madre para preguntar ¿qué me pasa?, todo por lo de la ansiedad. Yo le digo que NADA, hasta que le digo que se valla de una vez, que me deje en paz. Cabrado me acuerdo de que el cargador del móvil está en el piso de mi padre y decido coger la moto para ir a por él. Me airearé un poco, por lo menos. Y aquí es donde ya te pegas un tiro. A las 8.30 de la tarde del domingo cuando ya no puede joderse más el fin de semana, pasa lo que pasa. ME PEGO UNA LECHE CON LA MOTO. Mirando unos coche que venían por un lado me despisto y se me planta un coche enfrente en una calle muy estrecha. Manel rápidamente frena, pero el suelo está lleno de tierra. La moto derrapa y Manel sale volando por los aires. Todo mi cuerpo se estampa contra el asfalto apoyándose en mi cadera, luego mi cabeza se empotra contra el suelo, y pienso ¿llevo el casco? Sí, noto el casco y respiro. Me levanto. La moto en el suelo está rasgada, pero funciona bien. A mí sólo me duele la cadera y ando bien. Tengo unos pequeños rasguños y sólo ha sido un vuelo sin motor. La mujer que conducía, mayor, sale asustadísisma. Le digo que no pasa nada, que no se preocupe. Y me voy...
Quién dijo que el fin de semana no daba para cosas...