Flexibilidad Miedo Tristeza Yo Amar Odiar

Llevo mucho tiempo queriendo no publicar este post. Pero creo que será bueno decir lo que me pasa. Dicen que decir las cosas es la mejor terapia, en mi caso no suelo hacer caso del dicho, soy como una bola que traga traga y se hincha hincha. Se puede decir que mi constante de flexibilidad da mucho juego, pero todo tiene un límite. Nada se dilata hasta el infinito. Además la flexibilidad tiene la propiedad de que la cosas vuelven a su estado inicial, yo creo que me he quedado estancado.

Llevo un tiempo estando triste, se podría decir bastante. No es constante, claro está. Nada es constante, pero sí más frecuente. Estoy triste por mis padres y estoy triste por mí. Concretamente, siento mucha pena por mi padre. Se ha instalado en un estado de soledad que me da miedo. Miedo de lo que pueda hacer. Sí, tengo miedo (mucho y de muchas cosas). Hasta cierto punto me siento culpable, desearía pasar el mayor tiempo con él, pero no puede ser. Cada vez soy más independiente y, a la vez, reconozco que quiero huir de esta situación. Cuando ahora estoy con él me tiene en un pedestal, eso también me da miedo. Está claro que ya nada volverá a ser como antes. El fallo en nuestro caso ha sido clave, hemos dilatado la etapa del dolor demasiado y ahora nos está pasando factura, a los cuatro.

También estoy triste por mi madre. Es otro tipo de tristeza, no la veo feliz. Pero sé que es fuerte. Se relaciona y se aferra en compañeros y amigos, mi padre no. Se hunde él solo. ¿Cómo va a salir de ahí, cómo voy a sacarle de ahí? Tiene que salir de ahí. Ahora ya no puedo estar con los dos, ahora no quiero estar con los dos. ¿Cuál es mi papel, qué hago? No quiero instalarme en la tristeza, creo que es un error, yo no puedo irme a pique. Muchas veces trato de sacar fuerzas. El alejarme me alivia momentaneamente, vuelvo a casa (tanto una como otra) y respiro un aire que me incomoda. No estoy agusto en mi propia casa. Es muy jodido llegar a tu lugar y tener que luchar por estar cómodo, por no tener miedo, por poder evadirte.

Por otro lado vuelvo a estar triste por mí. No me gusta como soy en ninguno de los sentidos (física, estética, moral, intelectualmente). Yo no me soporto, me doy asco. El mundo se ha vuelto muy competitivo en ciertos valores en los que no puedo competir. Es tan importante ser alguien. A veces me rodeo de gente que farandulea constantemente de sus valores, por supuesto perfectamente adaptados a los tiempos que corren. Caigo en el tremendo error de querer ser como ellos. No lo puedo evitar. El tiempo ajustará las cosas o me dará una tremenda patada. No sé lo que soy.

Desde hace mucho tiempo no puedo llorar, mis ojos se han secado. No sé cuando podré volver a hacerlo, pero creo que va a salir mucha mierda. Espero no llevármela a la tumba.

Os quiero y os odio, pero tengo miedo de decíroslo.